LOPD para todo:“De como la ignorancia y falta de rigor se apoderan de una ley».

Si uno aplica una “Teoría costumbrista” se dará cuenta que tres tipos de actividades se han consolidado en los últimos años en relación a la aplicación de la LOPD. A saber:

– Su reiterado incumplimiento, cuyo máximo exponente queda reflejado en el llamado “cumplimiento”, es decir, “cumplo” y “miento”, y que se traduce en que el mero registro del fichero de turno supone ya cumplir con la normativa.

– El llamado “LOPD a coste cero”, o como usar fondos públicos para fines no relacionados con su dotación mientras las autoridades públicas miran para otro lado.

– Y lo que he bautizado como “LOPD para todo” consistente en mencionar la citada ley para actividades de diversa índole. Dicho bautismo es personal, ya que en twitter existe otro diferente bajo el hastag de #LOLPD.

Esta “LOPD para todo” tiene tres manifestaciones: “vulnerativa”, negativa y punitiva.

Desde el punto de vista “vulnerativo” supone sacar a colación la LOPD para actuaciones que desde los poderes públicos se quieren realizar bajo la proclama “…e incluso se podría estar vulnerando la ley de protección de datos”.

Ejemplos en los últimos tiempos, el nuevo sistema de copago de las recetas usando los datos de la renta para calcular la cuantía a pagar (oiga, que una ley permite el cruce de datos), o esta noticia de esta misma semana que se refiere a que el cobro de una tasa de basura podría ser contraria a la LOPD (mande???).

En su vertiente negativa, se utiliza la LOPD para no dar ningún tipo de información. Así, tenemos supuestos que van desde negar el acceso a datos cuando se realiza una inspección por parte de las Administraciones públicas (todo funcionario que ejerza funciones inspectoras, sea la materia que sea, tiene acceso a datos, documentos…etc) o incluso por las citadas Administraciones públicas no entregar documentos, cuyo máxima exponente es cuando en las Administraciones locales se niega a los concejales de la oposición a dar información en el ejercicio de su función (veáse la LBRL).

Ilustremos también esta vertiente con otra serie de ejemplos:

–      Alcaldesa que no quiere comunicar cuánto cobra en dietas por participar en los Consejos de Administración de la Autoridad Portuaria de Las Palmas de Gran Canaria (no lo permite la LOPD).

–      Sueldos de los directivos de Radiotelevisión canaria (no LOPD, no hay información.

Mi favorito es de hace un tiempo, cuando no se quiso decir cuánto cobraban los clubes de fútbol por los contratos televisivos alegando que vulneraba la protección de datos, ergo aplicamos la misma a las personas jurídicas (risa general).

Queda el aspecto punitivo, que no es otra que atribuir a las Autoridades de Control capacidad para imponer sanciones económicas a las Administraciones públicas. Quién no ha leído noticias sobre incumplimientos de éstas que van acompañadas por el “y podría ser sancionada con multa de hasta…”.

De ayer mismo, el “caso del Ayuntamiento de León” que no hacía copias de seguridad…multa de 300.000 a 600.000 euros. Por cierto, que tampoco han acertado en la cuantía (ya no hay risa sino descojone general).

Ambas manifestaciones de la “LOPD para todo” comparten las siguientes características:

–      Quién la alega no tiene ni puñetera idea.

–      Fruto de su desconocimiento siempre se alega la LOPD en términos generales, pero nunca citando el artículo supuestamente vulnerado o que impide la entrega de información.

–      La LOPD se utiliza como “arma”, si bien quien la empuña le importa dicha ley bastante poco, por no decir nada.

En conclusión, señoras y señores, cuando sus labios expulsen las siglas “LOPD” háganlo con un poco más de rigor, so pena de trabarse y comunicar al oyente o lector un “LOLPD”.

Actualización 08 de noviembre de 2012: con ocasión de la pérdida de 50 ipads, ahora parecen que son 10, la Mesa del Congreso se niega a revelar el nombre de sus señorías que se han descuidado en la custodia del citado artilugio basándose en la LOPD, justificación que más allá de su discusión jurídica, por llamarlo de alguna forma, es más propia de una república bananera que de un supuesto Estado de Derecho.